La escuela demanda un nuevo escenario emocional
Cuanto más compleja se hace la sociedad, más necesita, para mantenerse
equilibrada, instruirse para reconocer y tratar bien las emociones. Saber
comunicar la semántica y la sintaxis de las emociones es una capacidad y una
sensibilidad ineludible para aquel que desee ser un co-protagonista, atento,
crítico y responsable en el escenario del mundo del siglo XXI.
_____________
Las emociones, decía Gregory
Bateson, son informaciones parciales de campos transaccionales. Para
entenderlas, debemos ver la danza completa, el cuadro dialógico completo.
Debemos ver las reacciones a las reacciones de las reacciones, esto es, la
circularidad. Las emociones son siempre el resultado de concertaciones a muchas
voces.
La envidia maligna es un paso de la danza más global envidia-altanería; no podemos sentir envidia maligna sin atribuir arrogancia, presunción, altanería, al compañero del intercambio transaccional. Pensad en cuanto habéis sentido un arranque de envidia rencorosa por el éxito de una colega y os habéis percatado de que esta reaccionaba con modestia a su éxito. Os habéis quedado mal. Quizás habéis sentido hacia ella una hostilidad todavía mayor, o quizás os habéis apresurado a cambiar la danza. Dabais por descontado que en ese caso había que bailar el tango y en cambio ella bailaba el vals. Es así como, emocionalmente hablando, ¡nos pisa los pies! Está claro que no hay nada determinado, que siempre puedo elegir.
La envidia maligna es un paso de la danza más global envidia-altanería; no podemos sentir envidia maligna sin atribuir arrogancia, presunción, altanería, al compañero del intercambio transaccional. Pensad en cuanto habéis sentido un arranque de envidia rencorosa por el éxito de una colega y os habéis percatado de que esta reaccionaba con modestia a su éxito. Os habéis quedado mal. Quizás habéis sentido hacia ella una hostilidad todavía mayor, o quizás os habéis apresurado a cambiar la danza. Dabais por descontado que en ese caso había que bailar el tango y en cambio ella bailaba el vals. Es así como, emocionalmente hablando, ¡nos pisa los pies! Está claro que no hay nada determinado, que siempre puedo elegir.
Pero para hacerlo, debo haber
explorado el arco de las posibilidades, debo saber que existen otras danzas. Gran
parte de la tristeza, del clima recargado que se sufre en la escuela, se debe
al hecho de que en ella se consienten y cultivan arcos emocionales demasiados
estrechos, sofocantes. Para cultivar arcos emocionales más amplios, se necesita
el toque del sentido del humor. Pero este es el tercer y último punto, que
concierne a una epistemología sistémica, capaz de considerar a la realidad una
construcción social a más niveles lógicos, ninguno de los cuales concluye en sí
mismo.
Es la epistemología indispensable para afrontar el tema del saber de las emociones. Si uno me da un puñetazo, me está mandando un mensaje del tipo: “jugamos a luchar” (también puede ser un juego doloroso o mortal…). Y entonces debo saber que cuando yo también respondo con un puñetazo, en un nivel me estoy oponiendo, en otro estoy colaborando. Me he dejado implicar en la danza que el otro proponía con el puñetazo.
Por otra parte, si no reacciono y me hago la víctima, no me sustraigo a ese juego, simplemente estoy colaborando para concluirlo muy deprisa, en favor de otro juego: el de la víctima y el verdugo. Hemos jugado y él ha vencido. El único modo verdadero de no colaborar es inducir al otro a cambiar de danza. Nunca es fácil, pero es relativamente más fácil si soy consciente de que el otro no puede proseguir en su juego, en su danza, sin mi colaboración. Esta consciencia (que implica la actitud que llamo “con sentido del humor”) está en la base de todos los tratados sobre la gestión creativa de los conflictos. Y también en el origen de las técnicas de Gandhi la no violencia, que sería muy útil poder estudiar en la escuela.
Es la epistemología indispensable para afrontar el tema del saber de las emociones. Si uno me da un puñetazo, me está mandando un mensaje del tipo: “jugamos a luchar” (también puede ser un juego doloroso o mortal…). Y entonces debo saber que cuando yo también respondo con un puñetazo, en un nivel me estoy oponiendo, en otro estoy colaborando. Me he dejado implicar en la danza que el otro proponía con el puñetazo.
Por otra parte, si no reacciono y me hago la víctima, no me sustraigo a ese juego, simplemente estoy colaborando para concluirlo muy deprisa, en favor de otro juego: el de la víctima y el verdugo. Hemos jugado y él ha vencido. El único modo verdadero de no colaborar es inducir al otro a cambiar de danza. Nunca es fácil, pero es relativamente más fácil si soy consciente de que el otro no puede proseguir en su juego, en su danza, sin mi colaboración. Esta consciencia (que implica la actitud que llamo “con sentido del humor”) está en la base de todos los tratados sobre la gestión creativa de los conflictos. Y también en el origen de las técnicas de Gandhi la no violencia, que sería muy útil poder estudiar en la escuela.
El establecimiento de cada
estructura social implica el establecimiento de danzas en las que todos lo
miembros, de una forma u otra, colaboran. Algunos dando puñetazos, otros
haciéndose las víctimas. En el rechazo del protagonismo de iguales, en nuestra
escuela, podemos colaborar tanto saboteándolo como dejando que cada uno haga lo
que quiera. O bien podemos cambiar nuestra danza e inducir a los otros a que
cambien su danza.
Puedo reaccionar al éxito de una
colega con envidia maligna… ¿o bien? Al contrario que la envidia maligna,
dentro del sistema vigente, no hay envidia benigna, sino cortesía. Reaccionando
con hastío o con adulación, contribuyo a reproducir el juego “tu elevado –yo
rebajado”. En cambio, con la envidia benigna nos proponemos a nosotros mismos y
al interlocutor cambiar el juego. Esta es la gestión creativa de los
conflictos. El cambio de las estructuras y de esa parte de nuestra personalidad
es lo que invertimos en la vida en la escuela.
En un periodo de cambio las
emociones anteriormente descritas están firmemente en el centro de atención,
precisamente porque, de forma característica, en el intercambio hay gente que
toma iniciativa, que es elogiada, que revisa el valor de lo que estamos
haciendo. Para gestionar con gentileza este proceso es necesario tomarlo y
tomarnos con sentido del humor.
Termino poniéndoos una fórmula:
saber de las emociones + toque de humor = arte de escuchar. El arte de escuchar
es el recurso y la característica principal de una autorreforma gentil.http://denkomesa.blogspot.com.es