lunes, 15 de diciembre de 2008

Lama Jamyang Tashi Ling.


Esta sociedad, con una clara tendencia a acentuar todo lo relacionado con el "tener" en prejuicio del "ser", nos impulsa descontroladamente hacia una carrera sin meta en la que lo único que cuenta es obtener. Parece como si para "ser" debemos de "tener".

Si lo meditamos profundamente veremos que la perspectiva del "tener" no es nada halagüeña. Mientras la vida nos sonríe o mientras vemos posibilidades de obtener los diferentes deseos que se nos aparecen, nos mantenemos desenfrenadamente en esta espiral irreflexiva y alocada de esforzarse para obtener, buscando una felicidad etérea y escurridiza.

Solo grandes acontecimientos de nuestra vida nos hacen parar y reflexionar: la muerte, la enfermedad, la vejez, el infortunio, la sensación de vacío y de pérdida de tiempo, la infelicidad y la depresión, son las alertas que nos ofrece la vida para mostrarnos la otra realidad. Esa que no nos hemos planteado seriamente con anterioridad o que al entreverla nos hemos asustado, ya que nos obligaba a tomar drásticas decisiones de cambio.

Son muchos los seres que al encontrarse imbuidos en el letargo mundano son incapaces de reconocer y atender a las alarmas dirigidas hacia ellos. Para que despierten definitivamente la vida debe de esforzarse mucho. Esos malos momentos evolutivos no son nada más que paradas necesarias para la reorientación del individuo. Pero, ¿cómo aprender a reconocer esas alarmas? E incluso más importante, ¿qué hacer para cambiar las tendencias internas que nos conducen a disparar esas alarmas?.

Para contestar esas preguntas se necesita un ser muy especial. Alguien que se dedique plenamente a esa labor. Alguien que haya experimentado los diferentes momentos y que tenga predisposición por mostrar a los demás la forma con la que mejorar sus propias experiencias. Eso es un maestro espiritual o lama si utilizamos el idioma tibetano.

Lama es el ser que mediante su esfuerzo alcanza un nivel de experiencia interna que lo conduce a un estado superior de conciencia. Es aquel que ha conseguido despertar a una realidad que va más allá de la visión mundana, de la percepción ordinaria. Asimismo debe de ser instruido para capacitarse en la difícil disciplina de enseñarlo a los demás.

Esa es una de las ayudas importantes que un lama nos puede proporcionar, pero además, dependiendo de la idiosincrasia de cada lama puede beneficiarnos en otros ámbitos. En nuestro caso en concreto, el venerable lama Jamyang Tashi Dorje hace más de 25 años que se dedica a la imposición de manos, a la transmisión de energía. Eso lo convierte en un consumado especialista en solucionar o aliviar todo tipo de problemas relacionados con: enfermedades físicas o mentales provenientes de problemas energéticos, cuestiones procedentes de situaciones ilógicas o sin explicación, ayuda al moribundo y a los difuntos, orientación espiritual, ...

QUÉ "NO ES" LAMA

Para muchos es un mundo nuevo y por lo tanto lleno de novedades. Puede ser que la misma ignorancia nos ponga en algún que otro apuro al respecto. Para evitar esos malos tragos vamos a intentar erradicar los posibles malos entendidos centrándonos en lo que "no es" para así acercarnos por eliminación a lo que "es".

Lama no es un médico. Y en ningún momento pretende suplantarlo. Por lo tanto no quiere ni puede aconsejar o desaconsejar que alguien deje un tratamiento recetado por un facultativo.

Lama no es un psicólogo ni psiquiatra. Los trastornos mentales o emocionales son muy complicados y de curación en muchas ocasiones lenta y oscilante. Cualquier interferencia en un tratamiento específico puede ser causa de recaída o incluso de empeoramiento. Es por ello que el discípulo debe de informar obligatoriamente en el supuesto de encontrarse bajo supervisión médica y en el caso de solicitar ayuda al respecto, debe de ser siempre con el visto bueno por escrito de su especialista.

Lama no es quién toma las decisiones. En determinados momentos y bajo según que circunstancias tenemos tendencia a buscar cobijo en alguien por el cual sintamos un especial respeto. Esa tendencia que podríamos catalogar como normal puede llegar a la patología produciendo en quien la padece una sensación de inseguridad para acabar abandonando las riendas de su propia vida. La figura de Lama en muchas ocasiones está muy unida a la de consejero. Pero esos consejos deben de ser vistos siempre como un punto de vista a valorar, no como un dogma de fe. Entre otras cosas porque en budismo no se contempla esa opción como apta. Incluso el Buda aconsejó que debía de valorarse su doctrina antes de aceptarla. Un punto de vista fuera del problema que nos acucia puede ayudarnos, pero nunca será lícito el volcar la responsabilidad de los acontecimientos hacía el Lama.

Lama no es un adivino. Es evidente que el permanecer muchas horas en meditación faculta al practicante con la capacidad de ver algo más allá que aquellos que no se dedican a ello. Además, los lamas utilizan ciertas herramientas para apoyarse en momentos de incertidumbre o indecisión, pero no se puede confundir ese método con el tarot o la videncia. Entre otras cosas porque solo se utilizan para clarificar ciertos pasajes del camino espiritual, no para la especulación ni la diversión de nadie.

Lama no es un mago. Es evidente que la potencia de la oración puede resultar sorprendentemente poderosa y que sus efectos benéficos pueden ser altamente resolutivos para según que problemáticas. Es asimismo palpable que el poder de esa misma oración dependerá directamente de la fuerza de la mente que la movilice y por lo tanto que una mente entrenada será mucho más efectiva que no otra cualquiera. La fuerza de la oración puede hacer que la vida cambie, que los bloqueos energéticos se eliminen, que se vuelva a encontrar sentido a esta existencia ...


http://www.sakyapa.org/bioLama.html
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