lunes, 4 de enero de 2010






Es inútil querer alcanzar la verdad,

basta con disolver la ignorancia.



La verdad no es algo que pueda ser alcanzado. No es un trofeo ni un objeto. Nadie puede poseer la verdad porque la verdad es la Vía. La Vía es la Vida y nadie puede poseer la Vida. Somos parte de la Vida, somos la Vía, somos la Verdad de lo que es. Cuando se disuelve la niebla que lo ocultaba, el bosque aparece en la plena verdad de lo que es. Cuando la niebla creada por las fabricaciones mentales se diluye, el verdadero aspecto de la realidad aparece. La Verdad es inatrapable, la Realidad es inasible. Somos la verdad de lo que somos, somos la realidad que somos. Somos lo que somos pero no podemos poseernos a nosotros mismos. Y menos aún podemos poseer la Verdad de la Vida. Una ola no puede alcanzar ni poseer el océano, sin embargo, es océano. Cuando la ola cesa de querer alcanzar o poseer, su ignorancia se desvanece. Sólo entonces se despierta al hecho de ser océano.


¡Son las doce...







Sabio taoísta meditando
Sumie de Annette Burnotte




Están a punto de dar las doce de mediodía
y aún no he hecho nada útil.

Me he dejado dormir
hasta que el sol de la mañana llamó
directamente a mis párpados
tras asomarse sobre la colina
e iluminar con su resplandor
las motas de polvo que flotan en mi cuarto.

Desde la ventana he contemplado el bosque radiante
y he visto que el mundo no me necesitaba hoy para salvarse.
Así que he remoloneado un rato
siguiendo el arte de no hacer nada.

Son ya las doce de mediodía
y sigo sin hacer nada.

Ni siquiera he fregado los platos de la cena.
No he hecho la cama,
ni he firmado aún ningún manifiesto anti algo.
No he mirado mis valores en Bolsa,
ni he preparado discurso alguno,
no me he cepillado los dientes
y permanezco todavía macerado
en el olor animal de mi sudor nocturno.

Estoy sin afeitar,
con un calcetín de cada color,
y ni siquiera he entrado en facebook.

No he pensado en la crisis económica,
ni en el calentamiento global,
ni me he enfurecido aún contra la última canallada del imperio.

Hoy no tengo cuerpo para salvar el mundo.

No necesito manufacturar ni comprar ningún objeto.
No siento avidez de entretenerme con el último espectáculo.
Ni siquiera tengo ganas de leer el periódico,
ni espero que suene el teléfono abriendo
insospechadas posibilidades para el día.

Nada existe ahora más allá del murmullo del viento
en las copas de los pinos.
Nada, más allá del aroma del café mañanero
despertando mis glándulas olfativas.
Más allá del bostezo de Nimú, mi gato compañero,
no hay nada.

Absorto en el instante,
la dicha brota del no hacer,
no pensar,
no ser
siendo todo cuanto contemplo
en la inmediatez espacio
en el que me disuelvo.

Tal vez mañana no tenga más remedio que hacer algo,
pero hoy,
ahora,
pasadas ya las doce,
sigo embelesado
en un espacio sin tiempo.

Es domingo.

La realidad se basta y se sustenta a sí misma
sin mi esfuerzo,
así que
simplemente
descanso en la paz de los muertos
con los ojos bien vivos
y el corazón plenamente abierto.

Dokushô Villalba


http://dokushovillalva.blogspot.com

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